21.05.2021

Centroamérica, una región unida por su gente y su cultura

¿Qué une a América Central? ¿Es solo su geografía? Freddy Méndez de Nicaragua describe alguna de las razones por las cuales la región está unida.

A América Central la une todo lo que su gente y su cultura representa. Nos une la música autóctona y original de nuestros barrios. Nos une la sabiduría ancestral de nuestros antepasados indígenas y nos une el folclor de cada uno de nuestros pueblos, desde Panamá hasta Belice.

También nos une el dolor causado por el colonialismo, las guerras, los desastres naturales y ahora, el dolor causado por una pandemia. Pero también nos une la resiliencia y la capacidad que tenemos para levantarnos y volver a florecer, sin importar lo compleja que pueda ser la situación.

América Central está unida por el Cinturón de Fuego del Pacífico, que nos recuerda a cada instante que estamos entre lagunas cratéricas y volcanes en constante actividad.  Nos use nuestra habilidad nata para bailar, cantar y crear arte a cada paso que damos. Nos une esa cultura cambiante, sin perder nuestras raíces prehispánicas y mestizas.

Los deseos profundos que nos unen de luchar por un mejor futuro, los retos de superar el pasado y lograr un cambio verdadero. Nos une nuestra forma de hacer política y nos une nuestra forma de luchar por nuestros derechos. Siempre hemos estado unidos, porque solo nosotros comprendemos nuestro dolor y nuestra rabia ante los atropellos y abusos de los poderosos.

Esa diversidad conecta en cada uno de nosotros. Nos une a través de los colores de las banderas de nuestra región, el blanco y el azul, símbolos de libertad y de paz. Estamos unidos por la lucha constante para lograr tener una verdadera independencia y soberanía. América Central unida y orgullosa de su artesanía, su artes, música, danzas, pintura, arquitectura, tradiciones, trajes típicos y cultura culinaria.

Estamos unidos por cordilleras, valles y montañas, bosques secos y lluviosos llenos de vida silvestre y los matices y contrastes de la cultura urbana, vendedores ambulantes, calles donde se expresa el grafiti y estudiantes corriendo a sus escuelas.  Y esa unión que encontramos en la comida típica callejera, que es manjar cotidiano, pero para otros es un platillo exótico y peligroso.

Esa unión que la llevamos por pertenecer genéticamente a la raíz de los pueblos originarios, las comunidades indígenas. Allá, donde la energía eléctrica no es necesaria porque nos cobijamos con la luz de la luna, pero que se lucha por llevar energía eléctrica a la comunidad y a la escuela. De igual forma nos unen nuestras costas llenas de pescadores y pequeñas embarcaciones, y nos une la cultura afrodescendiente.

Nos une el acta de independencia que muchos firmamos hace ya 200 años. La libertad que hemos tenido y a veces es secuestrada, pero que al final recuperamos.  Unidad que nos hace diversos y únicos, en una América Central que cambia a paso rápido.

Somos el calor que nos abraza en nuestras playas y el frío que nos hace temblar en las montañas. Somos la sonrisa jovial de un anciano en el transporte público y somos la mano extendida del que más lo necesita. Y con gesto amable ayudamos al desconocido, porque sabemos que hay un solo sentido humano que nos une.

Centroamérica está unida por el lenguaje, el misquito, el ngöbe, el bribri, el  q'eqchi', el mayagna, el creole y el castellano latinoamericano que día a día se enriquece. Unidos por la complejidad de nuestras expresiones, por la particularidad de nuestros nombres y por nuestros apellidos ancestrales.

Nos une nuestras diferencias históricas, por los conflictos bélicos vividos y por la sátira que nos caracteriza. Pero hemos sabido reconciliarnos y darnos cuenta que lo que nos une es más fuerte y poderoso que aquello que nos separa.

Somos países empobrecidos por la infinita ambición de los hombres y por el alarmante avance del mercado sobre todo en el istmo. Somos utilizados como experimentos políticos, económicos y sociales de las grandes potencias. Hemos sido vistos solo como mano de obra barata y se nos han arrebatado nuestros derechos.

De ahí nace la necesidad de mantenernos, todos y todas, bajo una misma voz, desde cada una de nuestras trincheras. Debemos comprender que nuestras diferencias forman parte de todo el universo de cualidades que nos unen. Por naturaleza libres y agrupados por decisión.

Somos aquello que al otro lado del mundo no se entiende; ese conflicto con el que nadie y todos quieren lidiar. Somos las voces que no se han podido callar, somos las patrias pensantes, críticas de la injusticia y de lo ilegítimo. Somos los dueños de nuestro presente y seremos quienes construyan el futuro.

América Central debe estar unida. Unida en contra de todo lo que una vez nos hizo daño. En contra de la corrupción y la violencia, en contra de la esclavitud moderna, en contra de la explotación de nuestros recursos naturales, en contra de la marginación y en contra de la polarización.

Debemos unirnos para luchar por los derechos que todas y todos merecemos, para luchar por nuestra libertad de expresión, para que se respete nuestro patrimonio cultural, para defender la tierra que ha sido el hogar de nuestra civilización desde años inmemorables.

Cada nación hermana de la región Centroamericana debe mantener su soberanía y su propia independencia. Debemos ser países vecinos y hermanos y saber identificar todo aquello que nos une y darnos cuenta que la mayor de nuestras virtudes es nuestra diversidad y dentro de esa diversidad existe un fervor americano de raíces indígenas, mestizas y afrodescendientes que nos une como una sola constelación.

La unidad es necesaria porque en ella se encuentra la fuerza que nuestras sociedades necesitan para lograr la evolución de sus conciencias. Debemos mantenernos unidos y unidas con un objetivo en común, pero sin dejar de lado las necesidades de nuestros pueblos.

Apuntemos a lograr el desarrollo óptimo y sostenible de nuestras economías, debemos construir una política participativa, igualitaria y sin círculos hegemónicos de poder. Participemos en la defensa de nuestros recursos naturales, en la creación del arte para fortalecer nuestras culturas y en la lucha por la defensa de nuestros derechos humanos.

Seamos nosotros los que identifiquemos aquello que nos une y así proyectar todo lo que nuestras naciones tienen para compartir con el mundo entero. Aunque somos ricos en cultura y tradiciones, esto no significa que debemos proyectar solo nuestras raíces.

Seamos la juventud la que decida cómo mantenernos unidos. Que sea la música, la comida, el baile, la danza, la poesía, los ríos, los bosques y la sed de justicia, de derechos y de igualdad lo que nos mantenga unidos. No dejemos que pequeñas diferencias nos separen; somos un mismo ser, semejantes y distintos, diversos pero agrupados. Al unirnos – y solo al unirnos, somos Centroamérica.

Freddy Méndez Quezada es estudiante y Agente de Cambio Nicaragua de la Generación 2020.

Lúdica Política - una revista de Agentes de Cambio

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Una revista del Programa Agentes de Cambio en América Central. Leer más