Friedrich-Ebert-Stiftung en América Central

23.11.2021

Cuerpos desechables: medios de producción y abandono estatal

La marginalización de diversas poblaciones crea vidas y cuerpos desechables, precarizando sus vidas y volviéndolas vulnerables. María José Benavides nos escribe.

 

 

“Que sigamos usando nuestra creatividad, autonomía y fuerza para resistir a la cultura de muerte que el patriarcado neoliberal nos impone”. Feministas en Resistencia de Honduras. (2011)

Las condiciones de producción en el sistema capitalista 

El proceso de producción capitalista necesita de condiciones que le permitan reproducirse para sobrevivir y ser “sostenible”. La reproducción de estas condiciones es una de las finalidades de este sistema, la cual ocurre a través del empleo de fuerzas productivas existentes bajo relaciones de producción definidas. 

Dentro de este proceso de reproducción se destaca la reproducción de la fuerza de trabajo. Esta se desarrolla fuera de la empresa y es asegurada a través del medio material, el salario, representando la parte del valor producido – en una pequeña cantidad – por el gasto de la fuerza de trabajo, conocido bajo la lógica de la empresa como “capital de mano de obra”, al que Marx le da el concepto de “capital variable”. (Marx, 1979)

Este medio material se considera indispensable para reconstituir la fuerza de trabajo ya que permite acceder a necesidades básicas de vivienda, alimentos, salud y vestimenta del asalariado con el objetivo de que este se encuentre en condiciones de seguir produciendo. A su vez, este medio es necesario para la crianza y educación de los niños, quienes cumplirán en un futuro el rol de la fuerza de trabajo. 

Cabe destacar que en este proceso de reproducción de fuerza de trabajo no solo son necesarias las condiciones materiales – el salario –, también son indispensables instituciones como los centros educativos. Estas permiten la perpetuación del sistema capitalista por medio de un proceso de adoctrinamiento.  

Una de las condiciones dentro del sistema de producción capitalista es que la fuerza de trabajo debe ser “competente” y “calificada”, con base en las diversas exigencias de la división social-técnica del trabajo en sus distintos roles. 

Por medio de estas instituciones capitalistas, se fomenta en los niños habilidades útiles para el proceso de producción y en conjunto a estas habilidades se adaptan a las “reglas del buen uso”, conocidas como reglas de moral, conciencia cívica y profesional y las “reglas de respeto y orden”, establecidas para facilitar la dominación de unos sobre otros a través de sumisión a las reglas del orden establecido por la ideología dominante.

Y para que este proceso se realice, es necesaria la intervención de distintas instituciones estatales que funcionan como aparato represivo para permitir que clases dominantes aseguren su poder para someter a otros al proceso de explotación capitalista. 

Este abordaje sobre el proceso de producción capitalista es necesario para poder comprender lo que llamamos como cuerpos desechables y así identificar las razones del abandono estatal y la facilidad con la que sus vidas son marginalizadas y vulnerabilizadas. 

Reproducción de la fuerza de trabajo y realidades disidentes 

Como mencionamos anteriormente, para que el proceso de producción capitalista sea “sostenible”, necesita de un proceso de reproducción de mano de obra, siendo inherente en este proceso formas de vida específicas que permitan la reproducción de cuerpos y además que permitan que estos cuerpos sean “competentes y calificados”.

Dentro de esta lógica del sistema capitalista, no son “funcionales” las formas de vida que no producen para este, como las que adoptan formas productivas basadas en la solidaridad comunitaria y la reciprocidad. Dichas formas se distinguen por colocar en el centro de la vida las relaciones humanas. No orientan su existencia en la capacidad de acumulación, productividad y costo-beneficio, por lo que son formas de vida que son divergentes del proyecto del capital. (Segato, 2013)

Estas formas productivas han persistido y se reinventan en comunidades indígenas, campesinas y tradicionales, dentro de un contexto en el que se promueve e instala un sistema capital que busca apropiarse de estas realidades y corporalidades para “adaptarlas”. Esta característica del sistema capitalista tiene sus raíces en prácticas instauradas por la colonia en el siglo XV, donde se buscaba “humanizar” la población de las diferentes comunidades indígenas como proyecto de homogeneización, el cual permitiría ejercer un control más directo y efectivo sobre estas comunidades. 

Tampoco son “funcionales” las formas de vida y corporalidades que han sacado del centro la “prioridad” de la reproducción humana y por ende mano de obra, mujeres que se han posicionado en contra del rol social asignado de la maternidad. 

“La tarea histórica de las mujeres ha sido la de reproducir la fuerza de trabajo –parir y criar a los futuros trabajadores–. Ahí está contenido el significado que ha tenido el sexo para las mujeres: ha sido siempre un trabajo”. (Federici, 2018)

Y otras corporalidades disidentes que han tratado de romper la norma heterosexual a través de comportamientos, preferencias e identidades que trasgreden este régimen. 

Tales formas de vida históricamente han sido y siguen siendo marginalizadas por no producir y servir para el sistema capital. Esto se representa a través de las múltiples violencias y desigualdades sociales que se experimentan en diferentes espacios, donde se niega el reconocimiento y acceso a sus derechos. 

Como la gran cantidad de mujeres trans, defensoras de Derechos Humanos, mujeres de los barrios del país y jóvenes con aspiraciones asesinadas con alta brutalidad y a la vez, la poca censura con la que se comparten sus cuerpos y muertes a través de medios de comunicación como una estrategia de la violencia simbólica. 

Estos feminicidios como actos represivos se realizan bajo una finalidad no de orden sexual, sino de poder. Buscan transmitir un mensaje de miedo para facilitar el control sobre los cuerpos feminizados

La marginalización a estas poblaciones crea vidas y cuerpos desechables, precarizando sus vidas y volviéndolas vulnerables, convirtiendo sus formas de vida en medios de sobre-vivencia en el contexto de crisis ya instaurado en el país. 

Uno de estos medios de sobre-vivencia se manifiestan en las luchas colectivas de diferentes movimientos sociales como el LGBTIQ+, feminista, indígena, campesino, sindical y otros más – que se intersectan – a través de posicionamientos políticos en contra del sistema capital que a la vez es colonial y patriarcal. Son luchas colectivas de realidades diversas que día a día tratan de resignificarse y posicionar en el centro de la vida lo comunitario, la solidaridad, la sororidad, la ternura y la vida.  

Por María José Benavides. Agente de cambio, 2021.

Referencias 

Alabao, N. (2018). Entrevista con Silvia Federici: “El sexo para las mujeres ha sido siempre un trabajo”. Recuperado de: ctxt.es/es/20181114/Politica/22841/silvia-federici-el-sexo-ha-sido-un-trabajo-para-las-mujeres.htmhttps://citas.in/autores/silvia-federici/frases-de-mujeres/

Carta Abierta de Feministas en Resistencia de Honduras (2011), en: Espinoza, Y. Gómez, D. y Ochoa K. (2014). Tejiendo de otro modo: Feminismo, epistemología y apuestas descoloniales en Abya Yala. Popayán, Colombia: Editorial Universidad del Cauca.

Espinoza, Y. Gómez, D. y Ochoa K. (2014). Tejiendo de otro modo: Feminismo, epistemología y apuestas descoloniales en Abya Yala. Popayán, Colombia: Editorial Universidad del Cauca.

Marx, K. (1979). El capital: Tomo I. 7a. edición; México D.F.: Siglo veintiuno.

Segato, R. (2013). La crítica de la colonialidad en ocho ensayos y una antropología por demanda. 1ra edición; Argentina, Buenos Aires: Ciudad Autónoma de Buenos Aire, Prometeo Libros.