Friedrich-Ebert-Stiftung en América Central

24.11.2021

Falsa independencia y 200 años de despojo de conciencia e identidad

¿Qué necesitamos hacer para construir una verdadera identidad nacional inclusiva? Stefani Corrales nos explica.

 

 

“Una historia que no interroga, que no cuestiona, ni busca superar el pasado y el presente, carece de futuro.” Marvin Barahona

 

El 15 de septiembre de 1821 se proclamó la independencia de las naciones centroamericanas, la cual desliga a Honduras del imperio español y su monarca.  Pero ¿cómo se puede llamar independencia a una transición pacífica arreglada entre grupos de poder? ¿Dónde quedaría la verdadera independencia de aquellos grupos que, durante la colonia, fueron marginados, olvidados y, sobre todo, explotados? ¿Dónde se le devolvería todo aquello que habían perdido? 

Debemos tomar en cuenta que esta falsa independencia convertía a todos y todas en ciudadanes comunes. Pero ¿cómo se aplica un sistema igualitario a quienes han estado por debajo de los grupos de poder y de otros sectores privilegiados? Esta solo fue una artimaña para que empezaran a despojarlos de sus tierras y tomar todo aquello que se podía concesionar a las transnacionales.  El interés aquí no fue la libertad del ser humano sino la apropiación de todo aquello que pudieran tomar los grupos de poder.

Esta independencia es presumida por quienes, durante siglos, han mantenido el país en miseria. Nos encontramos nuevamente con el peligro de que muchos pueblos están siendo asesinados y perseguidos por la defensa de su territorio. Las grandes élites de poder amenazan con la instalación de las ZEDE, lo cual repite la historia de la colonia donde nos cambiaban el oro por espejos y tierra. Hoy nos quieren cambiar la tierra por dinero y quienes se oponen a ello lo pagan con sangre.

Pero ¿cuáles son los otros despojos que han ocurrido durante estos 200 años los que permiten que los mismos de siempre nos mantengan en la miseria?

Primero está el despojo que genera el capitalismo, el despojo que nos hace ser individualistas y nos hace creer que el pobre es pobre porque quiere.  El despojo de la identidad nacional nos hace pensar que la mano de obra producida en el país es mala y que lo bueno viene de fuera. Ese despojo de quienes mantienen a los países con regímenes autoritarios, financiando golpes de Estado, quienes en sus fronteras nos reprimen y se refieren a nuestro país como República Bananera que en su significado, somos caos y miseria.

También hay un despojo grande en los derechos de las mujeres, donde se inventan blindajes de leyes para quitarnos el derecho a decidir y seguir alimentando maternidades forzadas y no deseadas. Son los mismos que promueven la precarización de nuestras condiciones laborales y fomentan un sistema patriarcal que nos aísla, romantizando un trabajo doméstico no remunerado que mueve al mundo y este cada vez es más invisibilizado.  

El resultado es que allá afuera en el mundo exterior; en ese de las oportunidades y mejores condiciones, nosotras no tengamos un lugar. Los cargos de poder lo ostentan los hombres y las mujeres nos quedamos en la casa, porque es para lo que fuimos hechas.

Hay un despojo del sistema judicial, el cual se mantiene a las órdenes de los grupos de poder, de los que venden la patria a pedazos. De quienes judicializan a lxs defensores del agua, del medio ambiente, a quienes soñamos con un mejor país. Nos despojan de nuestra cultura, se apropian de ella y la utilizan para figurar. 

Comercializan lo que producen los pueblos originarios mientras, en las realidades de sus territorios, los marginalizan. Nos venden la idea del desarrollo para sus concesiones y violan sus derechos ancestrales, les obligan a la pérdida de su cultura e identidad porque no existe un sistema incluyente que les ofrezca mejores condiciones.  Uno de los despojos más grandes de este sistema capitalista es el despojo de nuestras familias. En los últimos años nuestres compatriotas se ven obligades a buscar mejores oportunidades, porque la vida mejor de este país solo existe en anuncios publicitarios.

Pero todo este despojo viene de un despojo más grande que el mismo sistema adecúa a través de la educación: es ese despojo de conciencia social y política. Se nos educa para la competencia, para estar por encima de les demás, a desear el estilo de vida de quienes nos colonizaron. Nos plantaron en la cabeza, a conformarnos con lo poco que hay porque existen otres que no tienen nada.  Haciéndonos creer que la política no nos da de comer y que no se puede soñar con un mejor país porque en la política todes son iguales, Es mejor une que robe menos o une que si me beneficie, aunque tenga el resto del país hecho una basura.

La historia se ha repetido por todos estos 200 años de falsa independencia. Debemos recordar quiénes son les mismos de siempre.  Debemos recordar la historia, no para repetirla, sino para luchar todos los días por un mejor país para todes, un país que no nos siga despojando de todo aquello por lo que debemos luchar. Hay que hacer ruido del bicentenario, pero gritar en todo momento y en todo lugar que es falso. 

Que no tenemos ninguna independencia. Mientras nos sigamos dejando despojar de todo aquello por lo que debemos de luchar, nada de esto va a cambiar.  No puede seguir existiendo una patria ausente de personas que luchen por ella. Hay que buscar la verdadera independencia de todos esos grupos de poder que asesinan la esperanza de seguir luchando por un mejor país.  

Y de lo único que debemos despojarnos es de nuestros privilegios que no nos permiten ver las necesidades de las demás personas. Hay que despojarnos de la colonización en nuestras cuerpas, lenguaje y pensamiento para construir una verdadera identidad nacional inclusiva. Hay que recuperar todo lo que el sistema capitalista ha querido despojarnos, hay que buscar formas de vida para la colectividad y no para el individualismo.

Por Stefani Gisell Corrales Suarez. Estudiante de Derecho. Agente de Cambio 2021, Honduras