Friedrich-Ebert-Stiftung en América Central

08.11.2022

El progresismo, una aproximación desde las juventudes progresistas en Panamá

En el contexto de la Conferencia Centroamericana de Agentes de Cambio 2022, en el caso panameño, surgió la necesidad de indagar en ¿cómo las juventudes entienden el progresismo en Panamá?, ¿qué significa ser progresista? y ¿cuáles son los principales desafíos del progresismo?

Responder a estas preguntas no es una cuestión sencilla si se  plantean al menos dos puntos ineludibles; por un lado, la dimensión teórico conceptual; y por el otro, lo referente a la “acción política”. 

En ese sentido, el sociólogo Enoch Adames Mayorga, propone pensar el progresismo y lo coloca en relación a la modernidad y la emancipación del pensamiento y de las personas:

“La modernidad como impulso de época, se nutre de dos corrientes de pensamiento opuestas pero a su vez interrelacionadas: el pensamiento histórico y el utópico. Por una parte, es la recuperación de la experiencia histórica de procesos sociales; y por el otro, es la capacidad de ese pensamiento de imaginar y proyectar mundos posibles. Recuperar experiencias, criticarlas y elaborar alternativas de acción colectiva a través de una voluntad política es un componente esencial del pensamiento de la emancipación. Abrir el espacio de pensamiento entre lo histórico y lo utópico, es la fase de la emancipación en el progresismo de nuevo tipo”. 

Para las juventudes progresistas panameñas, a partir de sus experiencias personales y colectivas, el progresismo es un concepto para nada estático, sometido a la continua crítica y vaciamiento de contenido político e ideológico de manera permanente. 

En ese sentido, se proponen tres premisas que se deben tomar en cuenta para definir conceptualmente el progresismo en la actualidad:

“Es una ideología política basada en la conciencia social, la diversidad y la construcción colectiva, cuyos principios y valores emancipadores son la justicia social, equidad e inclusión, solidaridad y la participación ciudadana de todas y todos como elementos fundamentales para la incidencia política desde las organizaciones sociales que asumiendo la sabiduría ancestral como un legado cultural, social y político, deconstruye la racionalidad occidental, el individualismo, la desigualdad, el imaginario individual y colectivo conservador que generan discriminación y desigualdad de género, económica, social y política.

Entender el progresismo como una concepción del mundo humanista y de avanzada en lo social y lo democrático en relación de lo local con lo regional y global, a partir de una de ubicación ideológica de izquierda, no ubicada en los extremos de la polarización ideológica, en decir: “no sentirme en uno de los extremos”, en el caso panameño entre la izquierda radical y la derecha liberal.

“Es un concepto en construcción, nutrido por la acción política individual y colectiva. En tanto que en el caso panameño requiere de más debate y esfuerzos en la formación política de quienes están en las organizaciones sociales y los partidos políticos para lograr un posicionamiento ideológico mínimamente socialdemócrata”.

Para el politólogo, Richard Morales Villarreal, es importante la cuestión conceptual y pone en el debate las contradicciones que se están generaron entre el ser progresista y los modos de producción capitalista, planteando lo siguiente:   

“Es un concepto disputado, cuyo contenido está sujeto a interpretaciones de lo más variadas, muchas incongruentes entre sí. La mejor forma de aclarar la confusión, y evitar caer en ese agujero relativista de aceptar toda interpretación como igualmente válida, al quedar en meras descripciones de las formas heterogéneas que [sic ] en que aparecen los fenómenos, es fundamentarlo en la realidad concreta de la cual emerge. Por ende, para comprender que  [sic ] es el progresismo, tenemos que comprender en función de que se  [sic ] es progresivo. Es decir, cuáles son las determinaciones de lo progresista en sociedades donde impera el modo de producción capitalista”.

La complejidad de entender el progresismo desde el contexto panameño apunta a los partidos políticos que se ubican en el espectro ideológico de izquierda y las políticas implementadas en estos gobiernos, al menos a partir de los años noventa después de la invasión de los Estados Unidos a Panamá que implicó una reforma a la institucionalidad democrática y el afianzamiento del modelo económico capitalista.   

En ese sentido, los posicionamientos ideológicos en las acciones políticas, sociales y económicas, tanto de los partidos como del movimiento social, dan luces de las tendencias políticas e ideológicas, expresadas en políticas públicas, económicas, el respeto a los derechos humanos y garantías individuales, el fortalecimiento de la institucionalidad democrática, la tolerancia y respeto a la oposición y al sistema de partidos políticos, por su parte en el caso del movimiento social, sus agendas reivindicativas y posicionamientos frente al Estado. 

Lo anterior permite considerar elementos como la coherencia entre el discurso, lo formal y el quehacer político, expresado en la “acción política” de los proyectos políticos colectivos e individuales, que permiten afirmar que no todas las luchas, discursos y decisiones políticas pueden ser consideradas progresistas, sólo porque se autodenominen o se les atribuya tal categoría.     

En consecuencia, ya para nutrir el debate se propone considerar los siguiente tres puntos: 

  • Enfoque de los actores dentro de la lucha, es decir la  intención  de reivindicar un cambio y transformar la situación del país en favor de la justicia social. 
  • La lucha debe tener como objetivo y finalidad el respeto a los derechos fundamentales, entendiendo estos como reconocidos por la comunidad internacional. 
  • Estrategias que se usan dentro las luchas sociales, las cuales deben estar  enmarcadas en la democratización interna de los movimientos sociales. 

Así, por ejemplo, puede afirmarse que en la actual coyuntura de Panamá las luchas por bajar los precios de la canasta básica, los medicamentos, mejora integral del sistema educativo, la igualdad y equidad de género, entre otros, se enmarca en aspiraciones orientadores de un movimiento progresista, al oponerse a la negación de estos derechos queda claro la ubicación ideológica de los opositores, cuestión que nos puede remontar siglos después a la revolución francesa, el surgimiento de lo que entendemos hasta nuestros tiempos por derecha e izquierda. 

En resumidas cuentas, para algunos jóvenes ser progresista es: “Tener un posicionamiento ideológico de izquierda y demócrata”. 

Se trata de definir e identificar claramente  qué es y no es progresismo en tiempos donde el populismo es transversal a lo ideológico. Son complejos los desafíos con los que debe lidiar el progresismo en su conciencia democrática, en términos generales trabajar la diversidad, definirse en sí mismo como diverso o constituirse en la plataforma política capaz de comprender y asumir la representación política de los distintos grupos sociales y sus demandas, en una sociedad conservadora y en un país profundamente desigual, conlleva a pensar la unidad en la diversidad y sus implicaciones para gobernar.  

En la actual coyuntura panameña ser progresista significa pensar la unidad en la diversidad, de manera que, se pueda lograr un bloque progresista sólido en lo organizativo y lo territorial, asumiendo lo rural y lo urbano como central en el debate del transitismo y la distribución de la riqueza, reivindicando la necesidad de intervención del Estado para desmontar el control de los monopolios y oligopolios que encarecen los altos costos de la energía, alimentos y medicamentos. 

Además, implica pensamientos y conductas que intenta cambiar, no necesariamente radical, debe ser mínimamente  reformista,  con justicia social, ambiental e igualdad de género. 

Asumiendo los aportes de Adames y Morales queda claro que los posicionamientos de las juventudes que aportaron a la construcción de este documento, demuestran la claridad en entender  qué se entiende por progresismo y también algunos de los retos que tienen las expresiones que se pueden considerar como progresistas. 

El Estado no puede eludir su responsabilidad frente a promover el pluralismo ideológico en los distintos órganos de representación política, para que nuestras democracias sean la expresión de nuestros pueblos, es decir enfrentar la histórica negación de los otros.  

Ser progresista es entender  las necesidades reales que existen en la sociedad panameña, buscar ganar o conseguir los derechos que se plantean como el acceso a medicamentos, comida, combustible y mejorar el poder adquisitivo, respeto a los ecosistemas y a la cultura para que las personas tengan una vida digna. 

“Ser referente del presente que moviliza el futuro en función de un proyecto político en búsqueda de la justicia social, conectarse con otros actores que tienen sus demandas de derechos sociales, culturales, reproductivos y sexuales, tener empatía, construir un proyecto político”.

El progresismo como identidad política frente a las acciones de las juventudes implica un posicionamiento ideológico y político que sirva para fomentar valores en una democracia participativa; basada en la conciencia social como medio para la construcción del pensamiento crítico y como eje transversal  para romper los paradigmas dominantes en la sociedad panameña, en el campo económico, social y cultural. El progresismo busca ser diferenciador a lo que existe hoy en Panamá; es decir, debe construir un Estado de bienestar. 

Quizás uno de los desafíos del progresismo en Panamá es:

 “Construir un progresismo que exprese las diversas aspiraciones no representadas ni incluidas históricamente en la agenda política del país”.

Nota: Las citas del presente artículo son parte de un documento más extenso, un análisis de coyuntura preparado para la Fundación Friedrich Ebert, por el sociólogo Enoch Adames Mayorga y el politólogo Richard Morales Villarreal, los cuales serán publicados más adelante.   

Por Yaritza Espinosa Mora, Agente de Cambio Panamá 2010. Isabel Guzmán, Agente de Cambio Panamá  2000. Samuel Prado Franco, Agente de Cambio Panamá  2004.