Friedrich-Ebert-Stiftung en América Central

07.11.2022

¿Qué es lo que cabe dentro del progresismo?

¿Qué necesitan los progresismos guatemaltecos para ocupar los espacios de toma de decisiones y así buscar el beneficio colectivo? Zaira, Eduardo y Edson nos explican qué pasos podrían tomar las juventudes desde la coyuntura actual.

Todas las acciones que realizamos se enmarcan dentro de la lógica de la acción política. Como consecuencia de vivir en un sistema en el cual se necesita nombrar y posicionar desde una trinchera las luchas y demandas, pareciera que existe la necesidad por buscar en qué espectro político cabe, casi como un requisito para reconocer su existencia. En el caso de Guatemala, esto pareciera ser algo que viven todas aquellas expresiones comunitarias que, a pesar de sus luchas históricas, aún falta darle el valor histórico disputado.

Si bien es cierto que, dentro del concepto progresismo, entran las acciones políticas de las juventudes,   los feminismos, la defensa del territorio, la exigencia y garantía de derechos humanos específicos, entre otros, no se puede obviar de dónde nace este concepto. Es innegable que vivimos en una región con resabios muy latentes de la invasión. Vivimos una realidad social en la que nos permean ideas “para bien y para mal” con una lógica occidentalizada y eurocéntrica, la cual anula e invisibiliza todo aquello que no cabe dentro de esa lógica.

Estas reflexiones surgen a partir del encuentro con juventudes de Centroamérica, espacio de análisis y debate para determinar desde nuestras vivencias, cómo entendemos  los progresismos. Se produjo un gran consenso: “No todas y todos nos sentimos cómodas y cómodos  nombrándonos progresistas o de izquierda, pero sí coincidimos en que no somos ni nos posicionamos desde la derecha y sus expresiones políticas.”

 

¿Quién nos nombra?

 

Las juventudes están posicionando debates y provocando la resignificación de lo que significa ser progresista. Es necesario nombrarlo ahora en plural porque se sabe que existen múltiples expresiones y resignificaciones a partir de los contextos y apropiación del mismo concepto. 

Es necesario continuar interpelando desde donde nos nombramos, ¿quién nos nombra para tener reconocimiento? ¿Por qué otros tienen que nombrarnos para existir? ¿Pierde valor nuestra lucha o posicionamiento si rechazamos el término progresismo? 

Estas son algunas preguntas que nos deberíamos de realizar constantemente, pero también provocarlas en esos espacios en donde muchas veces se privilegia la concepción académica (eurocéntrica), dejando sin valor la vivencia y la expresión de la acción política.

En ese sentido, es válido mencionar que Guatemala es un país con múltiples deudas históricas, persecuciones y problemáticas sociales. Quisimos tomar como ejemplo lo que actualmente está sucediendo en la Antigua Guatemala a partir de las dinámicas corruptas relacionadas con el turismo.

 

El problema

 

Para iniciar, hay que partir por vincular el turismo con la inserción del neoliberalismo como nueva etapa del desarrollo capitalista. En un ambiente de estabilidad se empieza a proyectar por su enorme potencial económico como un nuevo eje de acumulación. Esto fue declarado prioridad nacional con el gobierno de Álvaro Arzú (Galdámez, 2003), alineándose a la perfección con los valores del sistema predominante, legitimando la estructura de dominación y la lógica extractivista del sistema.

Antigua Guatemala, al igual que muchos destinos turísticos, basan su motor económico en la industria turística,  la cual replica conductas racistas, clasistas y de desprecio a las comunidades más pobres generando una visión folklórica. Estas dinámicas desplazaron a la economía productiva, implicando un replanteamiento de sus  fines originales en función de la captura de renta, donde el territorio pasa a ser un negocio al insertarse en el mercado de tierras como parte del despojo neoliberal. Se extraen grandes plusvalías a través del valor simbólico que se adquiere por medio del turismo.

Las urbanizaciones están dirigidas hacia un sector privilegiado. Estos nuevos proyectos inmobiliarios de lujo y exclusividad se expanden, y están plagados de señalamientos de corrupción e ilegalidades. Sumado a ello, la transformación de propiedades en hoteles y apartamentos turísticos, generando malestar e inestabilidad en la población local y un alto impacto ambiental en los ecosistemas del municipio. 

 

Rechazando la coyuntura

 

Movimientos como Aldeas del Sur, Sociedad Civil y COCODES han manifestado su rechazo, demandando la renuncia al convenio firmado con la municipalidad, al igual que el cese de aprobación de licencias de construcción, hasta tener la aprobación de un Plan de Ordenamiento Territorial -POT-, ya que, desde diciembre a la fecha, se han aprobado licencias para la construcción de condominios y centros comerciales que propician un modelo de crecimiento urbano insostenible, atentando contra el ambiente y la calidad de vida de la vecindad.

Desde la lógica del progreso, tal y como se plantea en Guatemala, el cambiar infraestructuras y dinámicas de cara al avance debido a la supuesta necesidad de mejora, incorpora acciones de despojo como el caso de Antigua Guatemala. La apropiación de la tierra, el dominio de los grandes terratenientes herederos de la colonia sigue siendo problemas tan actuales como hace 500 años. 

Evidentemente existen movimientos locales de resistencia que disputan en la calle su espacio y hasta la propia vida en dignidad. ¿Por qué desde la urbanidad no se escucha o pareciera que no se ven estas luchas? ¿Cómo o en qué forma demostramos solidaridad con aquello que no nos atraviesa?  

Desde el sentido de esta reflexión es importante retomar esta interpelación de ¿Qué es lo que cabe dentro del progresismo? Sobre todo, porque somos seres políticos, nuestras expresiones son políticas, nuestras acciones son políticas y por esta razón es que, desde lo político, no se puede excluir o no se debe condicionar la necesidad de caber dentro de alguna expresión para existir. Como ya se dijo, no es necesario que alguien más nos nombre para existir.

 

Conclusión 

 

Hoy, más que nunca, se hace necesario nombrar las patologías sociales para poder realizar un diagnóstico con mayor precisión que permita hacer frente a las distintas problemáticas. En el caso de la Antigua Guatemala, se identifica la falta de una planificación estratégica institucional por parte de la Municipalidad, que ha ocasionado un crecimiento urbano desordenado y privilegiando los proyectos inmobiliarios lujosos y hegemónicos que solo buscan acumular capital sin una conciencia social ni ambiental. Esto genera un malestar e inestabilidad en la población local y fuertes afecciones en los ecosistemas y la diversidad biológica del municipio. 

Actualmente, tanto en el municipio de la Antigua Guatemala como en el resto del país, existe una exigencia de la población por el reconocimiento de sus demandas históricas. Dichas acciones buscan un ordenamiento territorial adecuado y digno que les permita tener una mejor condición de vida y la garantía de todos los derechos humanos. 

Sin embargo, vemos que los puestos de toma de decisiones responden a sectores dominantes de la sociedad que solo buscan beneficios propios y no colectivos. Por tanto, se hace necesaria la disputa del poder de una forma constante y cotidiana para ocupar los espacios de toma de decisiones y así buscar el beneficio colectivo.   

No olvidemos que ningún concepto es inamovible, un acto de digna resistencia también es resignificar lo establecido, y lo que hasta ahora ha significado el progresismo, lo podemos cambiar.

Por: Zaira Xicay, Edgar Eduardo Parada Villalta, Edson Gutiérrez. Agentes de Cambio, Guatemala.

Referencias 

Galdámez C. (2003) Sectores económicos en crisis, casos específicos: turismo, pequeña y mediana empresa. Guatemala, DIGI.