20.05.2021

El reto del crecimiento sostenible

La palabra "conectividad" la aplicamos cuando hablamos de internet o de vías de transporte, pero en la dinámica de especies esto es un tema muy importante.

En la actualidad, Costa Rica y el mundo enfrentan uno de los mayores retos de la historia: acomodar su economía y requerimientos diarios a las urgencias ambientales y climáticas. La palabra "conectividad" la aplicamos cuando hablamos de internet o de vías de transporte, pero en la dinámica de especies esto es un tema muy importante y del cual deberíamos comenzar a hablar. La conectividad verde permite el intercambio genético y físico, una dinámica de encuentro donde individuos de la misma especie pueden compartir material genético y especies distintas pueden interactuar en relaciones ecológicas como mutualistas, depredación, etc.

Cosa Rica presenta un crecimiento urbano horizontal preocupante. La expansión de hogares y centros comerciales en paralelo con el crecimiento de su población ponen en peligro los parches de bosque y zonas verdes circundantes de los asentamientos urbanos. El cambio de usos de suelos, junto con un desordenado crecimiento urbano pone en peligro las especies y su biodiversidad, pues las aísla y condena a la desaparición. Las estructuras de concreto están ganando terreno sobre los árboles, y no estamos percibiendo el enorme daño a corto, mediano y largo plazo que esto significa.

Nos alegramos cuando observamos bosques cerca de ciudades y disfrutamos de la presencia de parques repletos de árboles cerca de nuestras casas. Sin embargo, alguna vez nos hemos preguntado ¿cómo llegan las aves y otros animales ahí? Los animales no pueden estar cercados por límites humanos. Muchos necesitan movilizarse por alimento, migrar durante las épocas reproductivas y atender otras necesidades que los límites urbanos no les permiten. Aquí radica la enorme importancia de la conectividad verde y boscosa en nuestro entorno.

Las cuencas de los ríos urbanos, como por ejemplo el Corredor Biológico Interurbano Rio Tibás en la GAM (Gran Área Metropolitana), están funcionando como corredores biológicos donde las especies pueden trasladarse y permitir las dinámicas ecológicas necesarias para su existencia. Pero estos se encuentran en constante peligro ante el crecimiento urbano y las actividades del ser humano, por lo que la falta de conectividad en muchos espacios urbanos es un enorme problema, pues significa la perdida de especies tanto animales y vegetales, teniendo repercusiones directas en la especie humana.

Basta ver los beneficios que recibe el ser humano como la resistencia a lluvia, oxigenación del aire, polinización de especies vegetales, control de la temperatura, espacios de dispersión, entre otro sin fin de beneficios que recibimos de los espacios verdes, pero como se mencionó no basta con bosques aislados. La conexión entre zonas verdes tanto públicas como en pequeños jardines es la única forma de combatir los bosques de concreto que amenazan con consumir todo a su paso.

Resulta fundamental que las personas tomadoras de decisiones analicen la forma en que estamos creciendo urbanísticamente. Nos enfrentamos al fenómeno de bosques vacíos, donde, a pesar de tener muchos árboles, no vemos especies de aves o mamíferos a falta del intercambio genético ya mencionado. Por ende, las enfermedades y mutaciones los llevaran a la desaparición.

Nuestras acciones presentes ya están repercutiendo en la dinámica de especies no humanas y llevándolos a futuros muy desfavorables. El crecimiento urbano debe de ir de la mano del planeamiento, de la consulta ciudadana y de las voces interdisciplinarias que nos lleven a generar el menor impacto en la biodiversidad.  Todas las especies existentes residimos en un planeta interconectado donde coexistimos de la misma forma. Si no comenzamos a problematizar el impacto que estamos ocasionando en el equilibrio ecológico, veremos sus repercusiones en nuestras actividades diarias.

Como sociedad, tenemos que exigirle más a los gobiernos locales, nacionales e internacionales sobre la gestión de los espacios verdes cerca de zonas urbanas. Al mismo tiempo, cae en nosotres la responsabilidad de votar y participar en espacios ambientales transformadores y activos. Tenemos mucho en juego, por lo que nuestras acciones (e inacciones) deben traducirse en mejorar nuestra realidad y la de futuras generaciones.

Por Yérali Cruz Rodríguez. 2021. Bióloga, egresada Licenciatura Interpretación ambiental, Universidad de Costa Rica. Agente de Cambio Costa Rica 2020.

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